jueves, 14 de noviembre de 2013

CONFESIONES ANÓNIMAS


Ayer, al ocaso, recibí unas palabras que me impregnaron el alma de cariño, pero también de inquietud. Se trata de una epístola anónima que me acaricia el alma a la vez que me la hiende cuando la leo... Estas palabras me impiden dormir serenamente. La melancolía que desprenden me atiere...

Las palabras me enamoraron de ti. Me sumergí en tu vida sin que pudieses intuirlo, fui tuyo sin que tus brazos me rodeasen.  De la primera vez que me imaginé tus ojos ya hace más de diez siglos.., una cantidad que me estremece, que ni siquiera puedo creerme. Todavía veo en ti cuando te miro la primera ilusión que palpitó con fuerza por dentro de mí, la que me hizo entender que hasta entonces no me había sentido plenamente ilusionado. Me imaginé tus ojos grandes y me sentí templado, me imaginé tu sonrisa y sentí que mi vida se llenaba de luz.  Cuando te miro sé que todo lo que me imaginé no es más que la sombra de lo que realmente eres. Tus nocturnos cabellos son la estela de mi noche, tus profundos ojos son el cielo que me cubre, pues cuando me hallo cerca de ti me siento como una tierra que ha recuperado su dueño, que ha recobrado quien la reine y la cuide.
Sí, yo aún te amo, aunque no puedes saberlo, aunque no te atrevas a reconocerlo. Te amo cuando te agachas y rozas las flores con tu mirada, cuando aspiras el aroma del viento que acaricia tu piel, cuando me miras furtivamente pensando que yo no te observo. Pero sé que nunca conocerás este amor, un amor que a la vez que me templa me atiere, pues me hace ser consciente de que mis labios nunca podrán besarte.
                Y cuando el alba se refleja en tu piel noto que tus ojos resplandecen más, que tus sonrisas están impregnadas de toda la felicidad que existe en el mundo. No puedo negarles a las estrellas y la luna que todavía te amo con fuerza, pues cada vez que te miro lo intuyen, lo leen en mis ojos. A veces me cuesta huir de tu imagen, de tu ensoñada presencia. Caminando por este bosque que tanto admiras, me encuentro contigo sin que tú lo presientas, sin que el viento te anuncie que yo estoy ahí, observándote furtivamente. No, no lo hago con malicia ni perversión, ya sabes que nunca me comportaría de ese modo, sino con admiración y felicidad. Me gusta percibirte tan inmensamente feliz, aunque tu felicidad no emane de mis manos.
                La naturaleza que nos rodea es el reflejo de tu bondadosa y romántica alma. Cuando te veo caminando serenamente por entre estos árboles de copas tan frondosas y altas, me parece que nunca ha existido una imagen tan hermosa. Ayer, un día tan inconcreto como la forma del viento, te capté vagando suave y sosegadamente junto a ese río donde sueles bañarte siempre; ese río cuyo curso se pierde por los entresijos de una densa arboleda cuyas ramas te ocultan de la mirada del cielo. Y te detuviste un instante a observar cómo el atardecer florecía las nubes. El cálido fulgor de ese rojizo atardecer caía sobre tu piel y tus ojos confesaban que aquel momento era el más especial que vivías con la naturaleza desde hacía muchísimo tiempo. Cuánto amor percibí en tu mirada, cuánta felicidad tiñó tu sonrisa. Sonreíste como si aquella luz tan atardeciente te hubiese acariciado tiernamente los cabellos. Puedo saber lo que pensabas, y puedo saberlo como si en realidad lo hubiese pensado yo. Te sentías dichosa de poder observar un atardecer, de que la naturaleza te permitiese existir en ese instante tan luminoso. Yo también me siento orgulloso de poder respirar junto a ti el aroma de los bosques, pero a veces ese orgullo se convierte en nostalgia cuando advierto que deseo tan profundamente poder vagar junto a ti bajo el resplandor que tanto anhelamos. Me gustaría tomarte de la mano, correr por entre estos árboles, llegar al río que tanto adoras y lanzarnos a su cauce para que sus aguas acaricien toda nuestra piel. Entonces yo te tomaría en brazos, te abrazaría, te susurraría en el oído las palabras más hermosas, te acariciaría hasta derretirte, haciéndote la mujer más feliz del mundo. Lo que más me duele es que tu cuerpo ya no puede fundirse conmigo... pero no me rendiré, aunque solamente pueda luchar en mis sueños por ti.
 

6 comentarios:

Uber Regé dijo...

No me puedo imaginar de quién se trata... es alguien que te conoce desde hace mucho... ¿tal vez Alessandro? No sé si cuadran las fechas... No cabe duda de que es un vampiro y que te sigue la pista desde cerca... bueno, confío en que nada malo se siga de todo esto, pero me quedo perplejo.

Marina Glimtmoon dijo...

quizá sea alguien menos inofensivo... Su modo de escribir intenta revelarme de quién puede tratarse... aunque no quiero pensar mucho ;).

Wensus dijo...

¿Quién será? Por más que pienso...me tendré que leer la saga hasta el final para adivinar, pero sin duda es un vampiro enamorado pero que asume que jamás estarán juntos...sus sentimientos son muy puros. Es realmente bonito, que palabras tan románticaaas.

Marina Glimtmoon dijo...

Sí, sus sentimientos son muy puros, pero me inquietan. Siempre me han conmovido mucho los amores ocultos... También tendré que esperar a ver si el tiempo me aclara estas dudas... :). Sí, quizá, cuando te leas toda mi historia, podrás ayudarme a encontrar el autor de estas palabras tan bonitas.

Duclack dijo...

No sé quién será el autor de la epístola pero cuando la leí, se me puso un nudo en la garganta y casi me afloran las lágrimas a los ojos, me llegó y consiguió emocionarme mucho y mira que creo que no soy fácil de impresionar cuando leo...

Marina Glimtmoon dijo...

Me alegra que te haya emocionado tanto... Para mí es un orgullo que te haya conmovido. Sí, son palabras de amor muy bonitas y entregadas...