ANHELOS
PERDIDOS
El
invierno se ha tornado, levemente, en un otoño rezagado que parece temer al
frío. En este lugar, donde mi vida ha cambiado tanto, la naturaleza no
resguarda un pequeño hogar para la nieve. El frío que vaga en forma de
tinieblas que ocultan las estrellas no es lo bastante gélido para tornar
lágrimas níveas el silencio y la quietud de la noche; pero, sin embargo, me
gusta sentir en mi piel, en mis ojos y en mis manos el triste aliento de este
invierno que, sin preverlo, ha devenido lluvia la oscuridad de la noche.
Viendo
llover por la ventana que hay en mi alcoba, mi mente se anega en deseos,
ilusiones y aspiraciones que la realidad intenta deshacer y arrebatarme. Se
deslizan tantos pensamientos por mi mente y tantos sentimientos por mi alma que
me cuesta volverlos palabras. Mas sé que todos ellos nacen de un único deseo
que jamás me ha abandonado, que siempre ha permanecido aferrado a mi espíritu
como si de mis entrañas formase una parte innegable e ineludible; el anhelo de
pertenecer a un mundo que, desde siempre, me ha rechazado, ha tornado difícil y
angosto el camino de mi destino. A veces, durante largas y tiernas temporadas,
la vida se vuelve sencilla y mágica, el tiempo deja de transcurrir para mí y
parece como si nada pudiese cambiar, como si el futuro que me aguarda tras el
otro lado de mis instantes se hubiese fundido irrevocablemente con mi presente
y el pasado no fuese más que una cajita invencible que siempre albergará mis
recuerdos; pero, de repente, cuando me acostumbro al invisible paso de ese
tiempo que para mí es la vida, cuando creo que nunca más volveré a sentir la
frialdad de la tristeza, entonces mi hado me sorprende con situaciones que no
puedo comprender ni digerir. Intento fijar los ojos en la nueva faz de mi
existencia, pero su mirada me deslumbra y parece como si su apariencia no fuese
sino unas manos que me asen brutalmente del alma e intentan presionármela hasta
volverla del tamaño de una pequeña e insignificante lágrima...
La
Navidad nunca me había parecido tan hermosa hasta este año. Sí, hace algunos
años, la Navidad cobró vida para mí y la celebré inocentemente con alguien que,
aún hoy, es infinitamente importante para mí; pero esa época de luces, magia y
regalos se desvaneció cuando él y yo nos
separamos, obligados, ¿cómo no?, por nuestro incierto destino, el que nunca se
agota de sorprendernos y sobrecogernos. Mas este año he descubierto que la
Navidad puede ser inmensamente hermosa si se comparte y vive con seres que
tienen el alma anegada en luz, serenidad e ilusión. La Navidad es una época
para demostrar el amor sincero que sentimos, aunque, en verdad, nunca debemos
cesar de demostrarles a los demás que son importantes para nosotros... pero
ahora, ahora... ahora percibo que mi corazón teme al amor, al cariño, a la
dulzura; temo ser querida.
Y
lo peor es... es que sé que ya he empezado a serlo, quizá sin merecérmelo, tal
vez porque la vida quiera apuñalarme nuevamente cuando más feliz soy... Me da
miedo que la hermosura de mis atardeceres, de mis noches y de los furtivos días
que le robo tiernamente al tiempo se conviertan en una infinita noche que nunca
se volverá luz. ¿Por qué mi alma está tan invadida de temor, inseguridad y
pena?
Todo
era mágico, y aún lo es... Nada, aparentemente, se ha turbado, todo sigue como
siempre...pero yo siento que la luz que irradiaron mis ojos hace unos días se
ha vuelto trémula. Todo era tan mágico que me costaba creerme la veracidad de
esos momentos y no preguntarme cuánto tiempo duraría aquella situación; la que
me hacía inmensamente feliz.
Y
es que de nuevo han sido los humanos quienes han derruido la morada de mis sueños.
No, no quiero afirmar con esto que toda la especie humana sea la culpable de mi
tristeza, porque estas últimas semanas me han enseñado que la especie humana, esa
especie que siempre me ha rechazado, puede ser muchísimo más mágica y fulgurosa
de lo que yo siempre había creído, de lo que acabé creyendo... Las experiencias
me enseñaron a repudiar sin querer hacerlo a esa especie a la que pertenecí hace
ya tanto tiempo... y las experiencias, estas últimas experiencias que se
albergan en forma de recuerdos tiernos en mi mente, han sido las que me han
enseñado a volver a sentir un amor incondicional y profundo por los humanos.
Fueron
unos humanos cuya alma (si es que su cuerpo goza de alma) estaba impregnada de
oscuridad y maldad. Fue la última noche del año, en los primeros suspiros de
este nuevo año, cuando descubrí que la vida no era tan mágica como al fin
creía... pero lo que más temo no es que esos humanos puedan desvelar nuestra
identidad... Creo que ya no tiene sentido que sigamos ocultándonos. No, ya no
lo tiene. Hemos vivido siempre sumergidos en el secreto más inquebrantable y
hondo. Creo que ya es tiempo de que nos expresemos, de que digamos que nosotros
también existimos y nos merecemos formar parte de esta sociedad que, aunque
temblorosa y frágil, construye el lamentable mundo donde vivimos. Mi corazón
está agotado de gritar quedamente, mis recuerdos palpitan por dentro de mí
instándome a que rompa este doloroso silencio que tanto nos oprime.
No,
ya no temo, no quiero temer. Que nos descubran y que revelen que existimos no
es lo que más me estremece; es pensar que pueden herir a esos mágicos y nobles
humanos que me han acogido en su vida. Especialmente temo que le suceda algo
malo a Wen, pues él me descubrió, sabe quién soy, me ayudó... Jamás me
perdonaría que les ocurriese algo lamentable. Por ello pienso que lo mejor
sería no haber aparecido nunca en sus vidas, haber permanecido alejada de la
sociedad... pero ya no quiero renunciar a mi presente, a este presente que tan
feliz me hace, y estoy segura de que Eros tampoco quiere hacerlo. Lucharemos
por nuestra vida y sobre todo por quienes nos han arropado con su reluciente
corazón...
Escribir
me ha ayudado a tornar felicidad y decisión la melancolía que palpitaba esta
noche por dentro de mí, como si de los perdidos latidos de mi corazón se
tratase. La lluvia, la que cae tímidamente de este cielo opacado por unas nubes
infinitamente espesas, ha purificado mis sentimientos... Y, ahora, tras revelar
cómo me siento, qué pienso y qué deseo, confieso que, al fin, cambiaré mi modo
de sobrevivir. Ya no quiero matar más. No deseo que los humanos que me conocen,
si alguna vez descubren mi verdadera identidad, piensen que mi pasado y mi
presente están anegados en muertes que yo causo por el egoísta derecho de
vivir... Además, cada vez que me inclino sobre un cuello para tomar veloz y
placenteramente la sangre, me acuerdo de estas personitas que tan importantes
se han vuelto para mí... Ya no puedo seguir haciéndolo, ya no. Eros no me comprende.
Afirma que en el mundo existen muchísimos humanos que merecen morir; pero mi
padre me ha advertido muchísimas veces de que nosotros no podemos tomarnos la
justicia por nuestra mano, aunque la justicia humana no exista. Mas yo confío en
que existe otro tipo de justicia, tal vez divina, una justicia mística que dispone
nuestro destino... y hay que luchar por esa justicia que creará las sendas de
nuestra vida...
Eros,
Wen, Sus, Duclack, Diamante, Vicrogo, Mery... lucharé por nosotros, sin que ni siquiera
intervenga la sombra de la muerte, para lograr que nuestra vida sea siempre
mágica, siempre...
4 comentarios:
Pobre Sinéad. Estaba tan entusiasmada. Cuando las cosas le estaban saliendo bien aparecieron esos delincuentes. Aunque consiguieron minar su moral, que la tristeza y desasosiego la volviesen a invadir, ahora la veo con más fuerzas, con ganas de luchar. Tanto es así que se ha propuesto dejar de matar cuando se alimenta. Eso supone un cambio radical en su vida, ¿lo conseguirá? Hubo un tiempo en que sí. Eros sin embargo no lo entiende y tiene otra visión de la vida.Es que ahora Sinéad a encontrado personas buenas como Wen, que le apoya aún sabiendo que es una vampiresa. No sabemos como reaccionarían los demás, pero por el momento la quieren. Ahora está dispuesta a luchar, ¿que sucederá? ¿Cómo acabará todo esto? ¡Es emocionante! Como siempre, me encanta tu forma de escribir, tan profundo y personal. ;)
Muchas gracias, Wensus, por tus palabras, ya sabes que tu opinión es muy importante para mí. Sí, Sinéad ha decidido dejar de matar cuando se alimenta... Ya no soporta seguir haciéndolo queriendo tanto a sus amigos humanos. Le costará, pero pondrá mucho empeño para lograrlo, pues sabe que merecerá la pena. Yo tampoco sé si los demás también la aceptarían, tal vez todos no; pero Wen ha demostrado ser un buen amigo. Estoy segurísima de que poco a poco la relación que mantienen se intensificará cada vez más, volviéndose más especial. Sinéad ya quiere muchísimo a Wen y ya no sólo por todo lo que han compartido (que puede ser muchísimo más), sino sobre todo porque le ha demostrado ser una bellísima persona que no la rechazará sea lo que sea, además le ha dado su sangre... y ella aprecia todo eso inmensamente. Yo también me pregunto cómo continuará todo. Entre todos estamos haciendo de la vida de Sinéad una historia infinitamente interesante jejeje.
El gesto de Wen es de aquellos que te devuelven la fe en la humanidad, porque es muy valiente, y porque pone por delante la amistad, olvidándose del miedo y de los prejuicios... no todos somos capaces siempre de hacer lo mismo. Espero que por esa senda entren los demás, y acepten la naturaleza de Eros y Sinéad con naturalidad, ¡todos somos distintos, al fin y al cabo! El relato es muy bonito, Sinéad tiene un modo muy especial y sensible de relatar las cosas, y me ha hecho reflexionar su temor a perder la felicidad presente aunque nada la amenace, a veces me pasa eso, que cuando no tengo algo que deseo me entristece la situación, y si finalmente consigo lo que quiero parece que tanta dicha no va a durar y empiezo a preguntarme qué cosa mala pasará... A Sinéad le va a costar no matar para alimentarse, pero seguro que este es un gesto que redunda en un mayor acercamiento a sus amigos, espero con ganas la continuación de la historia...
Gracias por tus palabras. La historia continuará, pero sobre todo porque Sinéad quiere luchar por lo que tiene. No quiere perder algo que le hace tan feliz. Ya se ha dejado vencer demasiadas veces por el destino. No permitirá que vuelva a ocurrir. Con vuestras palabras, me entran unas infinitas ganas de seguir escribiendo. Me alegra que las palabras que escribo os hagan reflexionar y os lleguen tan profundamente al alma.
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