domingo, 5 de enero de 2014

ANHELOS PERDIDOS


ANHELOS PERDIDOS 

                El invierno se ha tornado, levemente, en un otoño rezagado que parece temer al frío. En este lugar, donde mi vida ha cambiado tanto, la naturaleza no resguarda un pequeño hogar para la nieve. El frío que vaga en forma de tinieblas que ocultan las estrellas no es lo bastante gélido para tornar lágrimas níveas el silencio y la quietud de la noche; pero, sin embargo, me gusta sentir en mi piel, en mis ojos y en mis manos el triste aliento de este invierno que, sin preverlo, ha devenido lluvia la oscuridad de la noche.
                Viendo llover por la ventana que hay en mi alcoba, mi mente se anega en deseos, ilusiones y aspiraciones que la realidad intenta deshacer y arrebatarme. Se deslizan tantos pensamientos por mi mente y tantos sentimientos por mi alma que me cuesta volverlos palabras. Mas sé que todos ellos nacen de un único deseo que jamás me ha abandonado, que siempre ha permanecido aferrado a mi espíritu como si de mis entrañas formase una parte innegable e ineludible; el anhelo de pertenecer a un mundo que, desde siempre, me ha rechazado, ha tornado difícil y angosto el camino de mi destino. A veces, durante largas y tiernas temporadas, la vida se vuelve sencilla y mágica, el tiempo deja de transcurrir para mí y parece como si nada pudiese cambiar, como si el futuro que me aguarda tras el otro lado de mis instantes se hubiese fundido irrevocablemente con mi presente y el pasado no fuese más que una cajita invencible que siempre albergará mis recuerdos; pero, de repente, cuando me acostumbro al invisible paso de ese tiempo que para mí es la vida, cuando creo que nunca más volveré a sentir la frialdad de la tristeza, entonces mi hado me sorprende con situaciones que no puedo comprender ni digerir. Intento fijar los ojos en la nueva faz de mi existencia, pero su mirada me deslumbra y parece como si su apariencia no fuese sino unas manos que me asen brutalmente del alma e intentan presionármela hasta volverla del tamaño de una pequeña e insignificante lágrima...
                La Navidad nunca me había parecido tan hermosa hasta este año. Sí, hace algunos años, la Navidad cobró vida para mí y la celebré inocentemente con alguien que, aún hoy, es infinitamente importante para mí; pero esa época de luces, magia y regalos se desvaneció  cuando él y yo nos separamos, obligados, ¿cómo no?, por nuestro incierto destino, el que nunca se agota de sorprendernos y sobrecogernos. Mas este año he descubierto que la Navidad puede ser inmensamente hermosa si se comparte y vive con seres que tienen el alma anegada en luz, serenidad e ilusión. La Navidad es una época para demostrar el amor sincero que sentimos, aunque, en verdad, nunca debemos cesar de demostrarles a los demás que son importantes para nosotros... pero ahora, ahora... ahora percibo que mi corazón teme al amor, al cariño, a la dulzura; temo ser querida.
                Y lo peor es... es que sé que ya he empezado a serlo, quizá sin merecérmelo, tal vez porque la vida quiera apuñalarme nuevamente cuando más feliz soy... Me da miedo que la hermosura de mis atardeceres, de mis noches y de los furtivos días que le robo tiernamente al tiempo se conviertan en una infinita noche que nunca se volverá luz. ¿Por qué mi alma está tan invadida de temor, inseguridad y pena?
                Todo era mágico, y aún lo es... Nada, aparentemente, se ha turbado, todo sigue como siempre...pero yo siento que la luz que irradiaron mis ojos hace unos días se ha vuelto trémula. Todo era tan mágico que me costaba creerme la veracidad de esos momentos y no preguntarme cuánto tiempo duraría aquella situación; la que me hacía inmensamente feliz.
                Y es que de nuevo han sido los humanos quienes han derruido la morada de mis sueños. No, no quiero afirmar con esto que toda la especie humana sea la culpable de mi tristeza, porque estas últimas semanas me han enseñado que la especie humana, esa especie que siempre me ha rechazado, puede ser muchísimo más mágica y fulgurosa de lo que yo siempre había creído, de lo que acabé creyendo... Las experiencias me enseñaron a repudiar sin querer hacerlo a esa especie a la que pertenecí hace ya tanto tiempo... y las experiencias, estas últimas experiencias que se albergan en forma de recuerdos tiernos en mi mente, han sido las que me han enseñado a volver a sentir un amor incondicional y profundo por los humanos.
                Fueron unos humanos cuya alma (si es que su cuerpo goza de alma) estaba impregnada de oscuridad y maldad. Fue la última noche del año, en los primeros suspiros de este nuevo año, cuando descubrí que la vida no era tan mágica como al fin creía... pero lo que más temo no es que esos humanos puedan desvelar nuestra identidad... Creo que ya no tiene sentido que sigamos ocultándonos. No, ya no lo tiene. Hemos vivido siempre sumergidos en el secreto más inquebrantable y hondo. Creo que ya es tiempo de que nos expresemos, de que digamos que nosotros también existimos y nos merecemos formar parte de esta sociedad que, aunque temblorosa y frágil, construye el lamentable mundo donde vivimos. Mi corazón está agotado de gritar quedamente, mis recuerdos palpitan por dentro de mí instándome a que rompa este doloroso silencio que tanto nos oprime.
                No, ya no temo, no quiero temer. Que nos descubran y que revelen que existimos no es lo que más me estremece; es pensar que pueden herir a esos mágicos y nobles humanos que me han acogido en su vida. Especialmente temo que le suceda algo malo a Wen, pues él me descubrió, sabe quién soy, me ayudó... Jamás me perdonaría que les ocurriese algo lamentable. Por ello pienso que lo mejor sería no haber aparecido nunca en sus vidas, haber permanecido alejada de la sociedad... pero ya no quiero renunciar a mi presente, a este presente que tan feliz me hace, y estoy segura de que Eros tampoco quiere hacerlo. Lucharemos por nuestra vida y sobre todo por quienes nos han arropado con su reluciente corazón...
                Escribir me ha ayudado a tornar felicidad y decisión la melancolía que palpitaba esta noche por dentro de mí, como si de los perdidos latidos de mi corazón se tratase. La lluvia, la que cae tímidamente de este cielo opacado por unas nubes infinitamente espesas, ha purificado mis sentimientos... Y, ahora, tras revelar cómo me siento, qué pienso y qué deseo, confieso que, al fin, cambiaré mi modo de sobrevivir. Ya no quiero matar más. No deseo que los humanos que me conocen, si alguna vez descubren mi verdadera identidad, piensen que mi pasado y mi presente están anegados en muertes que yo causo por el egoísta derecho de vivir... Además, cada vez que me inclino sobre un cuello para tomar veloz y placenteramente la sangre, me acuerdo de estas personitas que tan importantes se han vuelto para mí... Ya no puedo seguir haciéndolo, ya no. Eros no me comprende. Afirma que en el mundo existen muchísimos humanos que merecen morir; pero mi padre me ha advertido muchísimas veces de que nosotros no podemos tomarnos la justicia por nuestra mano, aunque la justicia humana no exista. Mas yo confío en que existe otro tipo de justicia, tal vez divina, una justicia mística que dispone nuestro destino... y hay que luchar por esa justicia que creará las sendas de nuestra vida...
                Eros, Wen, Sus, Duclack, Diamante, Vicrogo, Mery... lucharé por nosotros, sin que ni siquiera intervenga la sombra de la muerte, para lograr que nuestra vida sea siempre mágica, siempre...

 

4 comentarios:

Wensus dijo...

Pobre Sinéad. Estaba tan entusiasmada. Cuando las cosas le estaban saliendo bien aparecieron esos delincuentes. Aunque consiguieron minar su moral, que la tristeza y desasosiego la volviesen a invadir, ahora la veo con más fuerzas, con ganas de luchar. Tanto es así que se ha propuesto dejar de matar cuando se alimenta. Eso supone un cambio radical en su vida, ¿lo conseguirá? Hubo un tiempo en que sí. Eros sin embargo no lo entiende y tiene otra visión de la vida.Es que ahora Sinéad a encontrado personas buenas como Wen, que le apoya aún sabiendo que es una vampiresa. No sabemos como reaccionarían los demás, pero por el momento la quieren. Ahora está dispuesta a luchar, ¿que sucederá? ¿Cómo acabará todo esto? ¡Es emocionante! Como siempre, me encanta tu forma de escribir, tan profundo y personal. ;)

Marina Glimtmoon dijo...

Muchas gracias, Wensus, por tus palabras, ya sabes que tu opinión es muy importante para mí. Sí, Sinéad ha decidido dejar de matar cuando se alimenta... Ya no soporta seguir haciéndolo queriendo tanto a sus amigos humanos. Le costará, pero pondrá mucho empeño para lograrlo, pues sabe que merecerá la pena. Yo tampoco sé si los demás también la aceptarían, tal vez todos no; pero Wen ha demostrado ser un buen amigo. Estoy segurísima de que poco a poco la relación que mantienen se intensificará cada vez más, volviéndose más especial. Sinéad ya quiere muchísimo a Wen y ya no sólo por todo lo que han compartido (que puede ser muchísimo más), sino sobre todo porque le ha demostrado ser una bellísima persona que no la rechazará sea lo que sea, además le ha dado su sangre... y ella aprecia todo eso inmensamente. Yo también me pregunto cómo continuará todo. Entre todos estamos haciendo de la vida de Sinéad una historia infinitamente interesante jejeje.

Uber Regé dijo...

El gesto de Wen es de aquellos que te devuelven la fe en la humanidad, porque es muy valiente, y porque pone por delante la amistad, olvidándose del miedo y de los prejuicios... no todos somos capaces siempre de hacer lo mismo. Espero que por esa senda entren los demás, y acepten la naturaleza de Eros y Sinéad con naturalidad, ¡todos somos distintos, al fin y al cabo! El relato es muy bonito, Sinéad tiene un modo muy especial y sensible de relatar las cosas, y me ha hecho reflexionar su temor a perder la felicidad presente aunque nada la amenace, a veces me pasa eso, que cuando no tengo algo que deseo me entristece la situación, y si finalmente consigo lo que quiero parece que tanta dicha no va a durar y empiezo a preguntarme qué cosa mala pasará... A Sinéad le va a costar no matar para alimentarse, pero seguro que este es un gesto que redunda en un mayor acercamiento a sus amigos, espero con ganas la continuación de la historia...

Marina Glimtmoon dijo...

Gracias por tus palabras. La historia continuará, pero sobre todo porque Sinéad quiere luchar por lo que tiene. No quiere perder algo que le hace tan feliz. Ya se ha dejado vencer demasiadas veces por el destino. No permitirá que vuelva a ocurrir. Con vuestras palabras, me entran unas infinitas ganas de seguir escribiendo. Me alegra que las palabras que escribo os hagan reflexionar y os lleguen tan profundamente al alma.