viernes, 24 de enero de 2014

LA VOZ DE LA MAGIA



LA VOZ DE LA MAGIA

Había caído ya el anochecer y las estrellas se reflejaban tímidamente en el pequeño lago que nació entre esos gruesos árboles cuyos ancestrales troncos tanto me protegen. A lo lejos quedaba el mundo; un mundo que se expresaba con una voz que yo no deseaba escuchar, que relucía en unas luces que yo no quería ver, que se volatilizaba en unos aromas que yo no anhelaba inspirar; pero la vida, el fluir del tiempo, la sociedad, el deseo de pertenecer a ese mundo que tanto me asfixia y esos sueños que nunca se han separado de mi corazón me incitaron a abandonar esta profunda oscuridad para adentrarme, una vez más, en esa realidad que ciertamente se distancia tanto de mi forma de interpretar la vida.
                Mas intenté caminar por sus calles, sentir el aliento de sus voces —esas voces que susurraban tan alto que ensordecen cualquier otro suspiro que no emane de su realidad—, no asfixiarme con su estridente fragancia a contaminación y bullicio y atisbar la belleza en su fulgurante aspecto; pero todos mis intentos se desvanecían cuando, tras cada paso, recordaba el aroma, el sonido, los matices y los tactos de la naturaleza. La beldad que tiñe el bosque que rodea mi antiguo hogar es demasiado hermosa para poder ser comparada con otro rincón del mundo. Me acordaba del poderoso río que fluye entre las montañas que me protegen del mundo, del canto de los pájaros nocturnos, del musitar de los animales que en la tierra buscan su sustento, de cómo brillaban las estrellas cuando el viento mecía delicadamente las ramas de los árboles, permitiendo que sus hojas me mostrasen el firmamento que me cubría... Lo extrañaba, pero me había prometido tratar de adentrarme en ese mundo que él tanto adora. Mas  no puedo, mi alma no me permite gozar de toda esta civilización que a él tanto lo alimenta.
                Así que regresé a mi antiguo hogar (donde me apetecía estar aquella noche) sintiéndome muchísimo más desalentada que nunca, sabiendo que el mundo que forma parte de la tierra donde se halla mi morada no podrá pertenecer nunca al terreno de mis sueños. La sociedad está construida de un modo ajeno a mí, de una forma bastante denigrante para la opinión de mi alma.
                Al regresar a mi amada naturaleza, me senté entre esos dos gruesos troncos que se asemejan a la unión de una infinidad de árboles y me dispuse a escuchar la voz del agua que entonaba enfrente de mí. Mi reflejo no aparecía, puesto que la luna apenas brillaba en el firmamento, pero podía atisbar las sombras que se arremolinaban sobre aquel lago que tan cálidamente me custodiaba.
                Entonces escuché un murmullo muy tenue que se parecía al roce de dos hojas caídas en otoño. Alcé los ojos, sintiéndome levemente sobresaltada, pues había adivinado que aquel sonido no podía provenir de un animal. Era demasiado sutil, como si alguien no quisiese caminar furtivamente por el bosque. Permanecí quieta y queda, aguardando el instante en el que aquel sonido volviese a susurrar, el cual no tardó en llegar. Mas esta vez aquel sonido se acompañó del resplandor de una mirada, del fulgor de unos ojos. ¿Quién podía vagar tan libremente por la naturaleza a esas horas sino era alguien que pertenecía a mi mismo mundo? Pero entonces me di cuenta de que su piel no resplandecía tanto como la mía, de que a sus ojos les costaba captar nítidamente lo que lo rodeaba. Enseguida me percaté de que se trataba de un hombre; sin embargo, no era un humano. De repente me apercibí de que entre sus cabellos tenía unas pequeñas orejitas puntiagudas que le daban un aspecto mágico y que de la espalda le surgían dos alas vaporosas cuyo matiz luciente se mezclaba con la oscuridad de la noche. No tardé en saber de quién se trataba. Quería llamarlo, pero no podía. En mi garganta se había congelado un nudo de emoción que me la presionaba, que me hacía sentir unas infinitas ganas de reír y llorar al mismo tiempo. Era demasiado significativo que él estuviese allí justo cuando yo había pretendido habituarme a la fluidez de la vida de la ciudad. Era excesivamente hermoso que él me hubiese buscado precisamente aquella noche que tan triste me parecía.
                Se sentó a mi lado sin decirme nada, únicamente limitándose a mirarme tiernamente a los ojos. En cuanto me hundí en su mágica mirada, noté que algo se unía por dentro de mí, como si hasta entonces mi alma hubiese permanecido desfragmentada. Quise sonreír, pero la pena que gritaba por dentro de mí, ahogando las bellas sensaciones que pudieren nacer en mi alma, me impidió realizar aquel inocente gesto.
-          Rauth —susurré incapaz de creerme definitivamente que él estuviese allí—. Rauth, eres tú... Sí, eres tú, eres tú...
-          Hola, Sinéad —me saludó cariñosamente mientras tomaba mis manos—. Sabía que podía encontrarte aquí.
-          Has vuelto... —musité emocionada. No quería que los ojos se me llenasen de lágrimas, pero ya no podía evitarlo—. Me alegro mucho de verte, Rauth. Creía que tu dulce y mágico mundo nunca más volvería a mezclarse con mi destino.
-          Te dije que volveríamos a vernos, aunque no sabía cuándo sucedería. Te añoraba, Sinéad.
-          Has venido precisamente en un momento en el que me siento extraña... Necesitaba que alguien tan mágico como tú viniese a mi lado y me recordase que mi forma de pensar, de sentir y de interpretar la vida no es errada... Gracias. No sé para qué te habrás adentrado en este peligroso mundo, pero tu sola presencia ya me acaricia el alma.
-          Necesitaba verte —me reveló incapaz de mirarme a los ojos. Su voz me demostró que se sentía excesivamente emocionado—. Cuando una estrella deslumbrante fulgura en tus ojos tan sólo un segundo, anhelas que vuelva a resplandecer. La oscuridad te parece muchísimo más impenetrable sin esa tenue luminiscencia. Es lo que me ha ocurrido contigo. Mi mundo ya no me parecía tan mágico sin ti. Desde que te fuiste, algo se apagó en mi vida, pero no puedo describir el qué...
-          Pero ahora te parecerá que ya no brillo tanto ni soy tan mágica como antes. Ya no tengo esas orejitas tan bonitas que tú tienes y tampoco poseo esas alas que me permiten volar sabiendo que mi vuelo tiene sentido. Ahora te pareceré tan extraña...
-          Te equivocas, Sinéad. La magia no se halla en nuestro exterior ni en cómo seamos físicamente, sino en nuestro interior. Es nuestra alma lo que nos hace mágicos...
Sus palabras ahondaron la melancolía que envolvía mi corazón, la que en verdad nunca dejaba de hacerlo; pero, aquella noche, la nostalgia era un sentimiento muchísimo más potente que mis pensamientos o cualquier intención que brotase de mi mente. Sí, la magia que nos define, que puede hacernos únicos y merecedores de una luz que no provenga del cielo de nuestra Tierra, sino de un lugar que solamente nuestro espíritu puede alcanzar, se halla únicamente en nuestra alma, de nuestra alma nace y por nuestra alma se expande, escapándose de nuestros ojos, de nuestras manos, palabras o hechos. En lo que hacemos, en lo que plasmamos con nuestros sentimientos y nuestras aspiraciones, se encuentran los vestigios de la magia que emana de nuestra alma. La magia hay que saber cultivarla como un árbol que da sus frutos cuando el tibio aroma de la vida lo envuelve. La magia es como un campo lleno de flores que nosotros tenemos que cuidar para que resplandezcan.
-          ¿Quieres volver a nuestro mágico mundo? —me preguntó Rauth de pronto, sobresaltándome tiernamente—. Todos están deseando verte.
-          Hoy no me siento capaz de sufrir la metamorfosis, aunque no sea dolorosa —le contesté con añoranza—. Prefiero que permanezcamos tú y yo aquí en este lugar que tanto aprecio. Me gustaría mostrarte los rincones más hermosos de este bosque.
-          Conozco este bosque como si hubiese nacido de mi alma, pero estoy seguro de que verlo junto a ti le otorgará una belleza que hasta entonces yo no he percibido —me sonrió melancólicamente. Aquella sonrisa me trajo tantos recuerdos que sin embargo no había vivido a su lado...
Entonces nos alzamos de donde estábamos sentados y comenzamos a caminar entre los árboles. Me sentía tentada de tomar su mano para evitar que las piedras y las raíces salidas de los árboles le hiciesen tropezar, pero también me daba vergüenza hacerlo. Rauth andaba taciturno a mi lado, como si hubiese experimentado en su alma el peso de la melancolía que se encerraba en mi corazón.
-          A veces intento sobrevivir en un mundo que no se ha hecho para mí —le confesé sin saber que mis palabras sonarían tan anhelantes—. No me gusta el modo cómo está construida la sociedad y me hiere saber que tengo que luchar contra mis deseos y sentimientos para acostumbrarme a todo lo que existe.
-          Te entiendo, Sinéad; pero no puedo evitar preguntarme por qué no regresas junto a nosotros si tanto te cuesta sobrevivir aquí. En nuestro mundo, no tendrás que preocuparte de si alguien no te acepta tal como eres...
-          Eso no es cierto. Para formar parte de vuestro mundo, tengo que tomar otra forma, no puedo ser quien soy; este ser que tan extraño te parecerá.
-          Tienes que tomar otra forma porque, si no lo haces, no podrás vagar bajo la luz del día y tampoco podrás disfrutar de todo lo que te ofrece la naturaleza: sus frutos, el matiz de su luz, el sonido de sus diurnos cantos... Es posible que te adentres en nuestro mundo siendo lo que eres ahora, pero carecerás de la oportunidad de gozar de todo lo que tu alma anhele sentir.
-          Sí, es cierto...
-          Nosotros te aceptamos tal como eres porque tu alma es tan mágica como todo nuestro mundo. Siempre hemos creído que debes formar parte de nuestra realidad, pero también respetamos tu decisión; sin embargo, esta noche he venido con la intención de decirte algunas cosas que desconoces de nuestra vida... pero temo confundirte.
-          ¿De qué se trata? —le pregunté deteniendo nuestro paso. Las ramas de los árboles ya no nos ocultaban el fulgor de las estrellas. Aquellos lejanos astros se posaban en los rojizos cabellos de Rauth—. Quiero que seas totalmente sincero conmigo, por favor.
-          Verás, Sinéad, antes te hablé de un fulgor que resplandeció en mis ojos, volviendo más profunda la oscuridad cuando se desvaneció. Ese fulgor eres tú. Tú eres la luz de mi vida. Sé que mi hogar es mágico porque te conocí, porque sentí que mi alma se fundía con la tuya, porque la destellante tibieza de tu vida me envolvió. Desde que te marchaste, percibí que algo se había quebrado por dentro de mí. Ese algo son los infinitos pedacitos de mi alma que te pertenecen. No puedo vivir sin ti. Más de uno me ha dicho que jamás volverás, que debo acostumbrarme a existir sabiendo que tus ojos jamás podrán fundirse con mi mirada; pero es algo tan inmensamente imposible... Intentar vivir sin ti es como arrebatarle la humedad al agua. Te preguntarás por qué mi amor es tan fuerte e invencible si solamente nos hemos visto una vez; pero yo te conozco desde hace muchísimos años, tantos que sería imposible contarlos. Hasta ahora no me atreví a decírtelo sinceramente. Quisiera confesarte que te amo, pero no es suficiente. Lo que siento por ti no es amor, ni siquiera se le asemeja. Es un sentimiento muchísimo más fuerte, mágico y puro. Es saber que mi vida es tuya, que mi alma y mi cuerpo existen porque tú respiras... aunque sea de forma innecesaria... La luz de tu alma es el resplandor de todos mis días, la oscuridad de tus cabellos son la noche de mis nocturnos instantes y tu dulce voz es la melodía de mi pasado, de mi presente y de ese futuro que anhelo construir junto a ti; no obstante, respeto que no aceptes mis palabras... Tienes tu vida, y yo lo entiendo... Solamente quería venir para revelarte todo lo que siento por ti.
-          En realidad no sé qué decirte, Rauth... Todo lo que me has confesado es tan hermoso... —divagué desorientada y profundamente emocionada—. Me gustaría que la magia nos rodease para siempre. Cuando estoy contigo, experimento una sensación muy bonita y tibia, como si todos mis recuerdos cobrasen sentido, como si mis sentimientos fuesen los más puros de la Historia... pero, créeme, no puedo irme de aquí, no puedo aceptar esa vida tan hermosa que me ofreces... Aquí yo tengo a mis seres queridos y sería incapaz de abandonarlos... pero cuando estoy contigo pienso que no podré vivir sin ti...
-          Solamente he venido para confundirte... —musitó desencantado agachando los ojos—. Perdóname.
-          No, por supuesto que no —me reí dulcemente tomando sus manos y presionándoselas con calma y cariño—. Adoro tu compañía, tu voz, tu mirada... Cuando estamos juntos, me haces descubrir que también te necesito para ser feliz... Eres la materialización de la magia de mi alma.
-          Me basta con esas palabras para saber cuán hermosa es la vida.
-          No quiero que la melancolía que late en mi corazón se transmita a tus inocentes ojos. Disfrutemos de la caricia, de los sonidos y los aromas de la naturaleza. La noche que nos envuelve es tan bella... Tiene tantos matices...
-          Yo no puedo percibirlos tan nítidamente como tú, pues mis ojos se hicieron para ver en el día, pero sé que todo lo que nos envuelve es puramente hermoso...
Entonces, sin decirnos nada más, tomados de la mano, reemprendimos nuestro camino. Yo  cuidaba de que las raíces de los árboles no se enredasen en sus curiosos ropajes y que las piedras no intentasen desvanecer su equilibrio.
-          Sinéad, quisiera que supieses algo más —me indicó al cabo de unos silenciosos y tiernos momentos.
-          ¿De qué se trata?
-          No quiero convencerte de que abandones esta vida... pero no quiero irme de aquí sin confesarte que en nuestro mundo existe una libertad que no palpita para ti en otro rincón de la Tierra. Pertenecer a la especie vampírica te arrebata muchos derechos que por naturaleza te mereces, que por ser mágica deberías poseer...
-          ¿A qué derechos te refieres?
-          No hablo únicamente de vagar bajo la luz del sol ni de disfrutar de todo lo que la naturaleza nos ofrece, sino de cultivar en tu interior la vida de otra alma...
-          ¿Cómo? —le pregunté inquieta y tiernamente sobrecogida.
-          En nuestro mundo, poseyendo este cuerpo tan curioso, puedes ser madre. Sí, Sinéad. Sé que algunas veces has soñado ilícitamente con poder acunar en tus brazos a alguna criatura que haya salido de tus entrañas... pero has cortado las alas de esos sueños por miedo a que su imposibilidad te hiera en el alma.
-          Ser madre... —musité encogida de dulzura y añoranza—. No, yo jamás podré ser madre...
-          Sí puedes serlo en nuestro mundo...
-          Pero... si me marcho... abandonaré a mis seres queridos.
-          No necesariamente. Puedes volver a visitarlos siempre que lo desees.
-          No, no... Soy incapaz de obrar de ese modo, de dejarlos atrás aquí, en este mundo tan cruel... Aunque lo que me ofreces es tan mágico...
-          Es mágico y tú puedes lograr que lo sea muchísimo más. Yo seré tu eterno compañero, la eterna luz de tu alma. En nuestro mundo no existe la sensación del abandono, ni del hambre, ni del frío anímico, ni de la tristeza más profunda y devastadora. Palpita la melancolía, la nostalgia, el sentimiento de la pena más tierna; pero son emociones dulces que procuran la existencia de obras artísticas, así como canciones, pinturas o esculturas, que acarician el alma. Incluso puedes fundir tu imaginación con la naturaleza para que de su suelo o de su cielo broten flores preciosas o nubes de formas y matices de ensueño.
-          Vaya... Es tan hermoso... pero, Rauth, lo siento, no puedo irme...
-          ¿Renuncias a esta infinita magia que te ofrezco por tus seres queridos? ¿Quiénes son tus seres queridos? ¿Estás segura de que ellos harían lo mismo por ti si estuviesen en tu misma situación?
-          No me importa si ellos no hiciesen  lo mismo que yo, pues, si escogiesen ese mágico y luminoso camino, me sentiría feliz por ellos, pues sé que allí en ese resplandeciente e inocente mundo serían felices y su felicidad en realidad es la cuna de mi dicha. Solamente quiero vivir junto a ellos todo lo que la Historia me permita. Nunca sería capaz de abandonarlos, pues los quiero con toda mi alma. Viajar a un mundo mejor no destruirá la añoranza y la lástima que a veces experimento por el estado en el que el mundo se halla. Irse de aquí no provocará que todo cambie, al contrario... Le arrebato a la existencia de la Tierra la posibilidad de que alguien luche por ella... Cada vez la humanidad se olvida de que la naturaleza es nuestro hogar más infinito y eterno... Yo no puedo hacer lo mismo. La naturaleza que forma tu mundo y la que crea el mío no son iguales, no pertenecen a la misma realidad. Si la abandono... entonces el olvido se apoderará de sus árboles, de sus flores, de sus animales, de sus aguas... de su aliento. La naturaleza también pertenece a mis seres queridos.
Rauth enmudeció. Los ojos le resplandecieron de ternura, emoción y conformidad. Creía que mis palabras lo habían herido en el alma, mas de pronto me sonrió, demostrándome que había errado en mis suposiciones. Yo también le sonreí, indicándole que aquel gesto me había acariciado todo el espíritu...
-          Quienes te tienen en su vida tienen un tesoro... Espero y suplico con toda mi alma que sepan apreciarte como tú los aprecias a ellos. Tu corazón posee un precio inalcanzable. De nuevo te deseo que seas feliz, Sinéad. Cuando menos te lo esperes, volveré a visitarte. Cuídate...
Y entonces Rauth desapareció, como si las estrellas se lo hubiesen llevado, como si la luz de la tímida luna que todavía se escondía tras alguna lejana montaña lo hubiese absorbido. Me quedé sola allí, en medio de esos gruesos y frondosos árboles, pensando en todo lo que él me había dicho. Los profundos y melancólicos instantes que habíamos vivido parecían pertenecerle al sueño más remoto de mi vida. De pronto me descubrí desconfiando de lo que acababa de ocurrir, incapaz de creerme que todo lo que había acaecido hubiese sido real; mas en mi alma palpitaba una sensación hermosa que me impedía negar todo lo que había percibido aquella noche. Aquella sensación se mezclaba con una certeza que latía con fuerza en toda mi mente y mi cuerpo:
Pese a la sensación de pérdida que alguna vez podamos experimentar por culpa de los matices, olores y formas que crean el aspecto del mundo, pese a la añoranza que en ocasiones palpita en nuestro corazón por un mundo muchísimo mejor, pese a los anhelos de retornar a un inocente pasado que se desprendiese de los errores del presente, hay algo que siempre queda en nosotros, que nos hace dichosos, que nos vuelve mágicos: el amor de nuestros seres queridos, el sabernos en el mundo, vivos, merecedores de un destino. Pudo existir una controversia que impidiese nuestro nacimiento, en cualquier momento puede aparecer una sombra que oscurezca eternamente el latiente fulgor de nuestra vida... pero sin embargo seguimos aquí, vivos, respirando el aroma de la vida, rodeados por nuestro entorno, el que a veces puede parecernos irrevocablemente agresivo y, en otras, mágico y deslumbrante. Estamos aquí, en el mundo, cuando pudo haber existido la posibilidad de que nuestra vida no comenzase a deslizarse por el hado de la Historia... y estamos aquí siendo queridos, ofreciéndoles a quienes nos aman un respeto y un cariño que nos funden con su alma... y estamos aquí para sentir el amor, la felicidad, la tristeza, la emoción e incluso la melancolía más punzante y desgarradora, pero también la nostalgia más tierna, más inspiradora, más suave y cálida... y porque no sabemos cuánto durará nuestra estancia en el mundo tenemos que aspirar la fragancia de cada instante para guardarla en nuestra memoria, tenemos que acariciar el tacto de nuestros momentos para sentir la vida de todo lo que forma nuestro presente... y, sobre todo, debemos escuchar todos los sonidos que nos pida el alma, hundirnos así en las melodías que más nos acaricien los sentimientos para saber que nuestra alma también puede irradiar una magia que la imaginación y la creatividad pueden volver infinitamente eterna, transcendente en el tiempo y el espacio...



4 comentarios:

Wensus dijo...

Que entrada más bonita. Tiene muchísimo significado, el seguir luchando por nosotros mismos, por los seres queridos. Mantener viva la magia, a la que todo el mundo tiene acceso, pero casi nadie sabe llegar hasta ella porque no saben cual es el camino, y solo hay que dejarse llevar, mirar en tu interior y descubrir que la magia está ahí, escondida, protegida. Rauth me parece un personaje entrañable, bueno y muy puro. Está enamorado de Sinéad, pero respeta su decisión. Lo cierto es que es muy tentador, ese mundo es tan maravilloso...ahí demuestra lo mucho que quiere a los suyos, rechazando una vida mejor. Sorprendente me ha parecido que pueda ser madre, ¿te imaginas? ¡Sería una pasada! Es algo que nunca me había planteado. Eso también es muy tentador...aunque sospecho que Rauth volverá a tentarla en sus próximas visitas. Otra duda que nos asalta es si todo esto es real, si es posible que ella se lo imagine, pero yo quiero pensar que no es así, que es real. Resaltar la preciosa canción que has elegido, ideal para acompañar a esta en soñadora entrada, es preciosa. Una vez más, sacas tu barita mágica y vuelves a hacer magia, una magia pura y blanca, que nos hace soñar. Me encanta ;)

Marina Glimtmoon dijo...

Muchas gracias por tus palabras, Wensus, siempre me haces sentir que merece la pena escribir soñando de este modo. Evidentemente, esto plantea la duda de si es real. Sí, sí lo es, pero es una realidad que Sinéad se calla, lleva por dentro en secreto. Nadie la creería si lo contase, o al menos es lo que ella cree; pero también es verdad que Rauth recuerda a otro personaje que tú conoces muy bien. Realmente me apetece explicarte de qué deriva todo esto, pero no puedo hacerlo porque tal vez te haría un pequeño spoiler de La dama de la noche. Bueno, estas ensoñaciones son reales, mágicas... y Sinéad tiene la oportunidad de dejar atrás la vida que tiene ahora para sumergirse en un mundo mucho más mágico y justo para ella, pero no quiere hacerlo porque no quiere abandonar a quien tanto quiere... pero quién sabe lo que sucederá más adelante. Sí, a veces me he imaginado a Sinéad siendo madre, pero, claro, como se dice en esta entrada, como es imposible, es una idea que enseguida se marcha de la mente... pero ahí está. Sinéad tiene la posibilidad de serlo... Quedan muchas cosas por ocurrir ☺.

Duclack dijo...

¡Qué relato más hermoso! El video con esa música nos mete dulce y suavemente en la mágica historia.
Rauth ha tentado de nuevo a Sinéad. Me ha sorprendido cómo le habla. Parece acariciarla con sus palabras y el hecho de que le ofrezca ser madre, su eterna compañera, y que Sinéad tenga tan claro que no puede dejar a sus seres queridos y al mundo por una vida mejor para ella. Demuestra no ser nada egoísta. Realmente necesitamos a personas como Sinéad en el mundo, que luchen por lo que creen y que con tan sólo su presencia iluminen este mundo.
Me han impactado las palabras Rauth cuando le habla de amor a Sinéad. Es un concepto de amor muy profundo y grande, muy lejos de la idea de amor de los mortales. Pones en su boca imágenes realmente hermosas, en las que los recursos estilísticos están ahí con una naturalidad exquisita y sorprendente. Esas palabras ponen el vello de punta.
Las palabras finales de Rauth son también de una gran sinceridad y hermosura. Se da cuenta del tesoro que es Sinéad para los que la rodean y le inquieta que esas personas no correspondan esa relación de fidelidad y profundo amor con la misma intensidad. Teme que la lastimen.
El último párrafo es como una reflexión que recoge la inyección de vida que transmite esta entrada, pese a su tono melancólico. Concluyes con maestría con un mensaje muy positivo, en el que vienes a decirnos que pese a sus tristezas y cosas malas y buenas, realmente la vida merece la pena ser vivida y sobre todo escuchar a nuestra alma, para poder realizarnos con las cosas que hacen brillar nuestra magia interior, cosas tan especiales como la imaginación, la creatividad, el formar parte de la naturaleza o el amor por nuestros seres queridos. Haces pensar con tus relatos sobre el sentido de la vida y lo que realmente importa en ella.¡Bellísima entrada!

Marina Glimtmoon dijo...

Siempre he pensado que verdaderamente mis entradas tienen sentido si vosotros las leéis, si me decís estas palabras tan bonitas y si sé que os han llegado al alma. Mi intención es teñir la vida de matices hermosos cuando todo parece difícil, intentar que el mundo que nos rodea sea un poco más hermoso, aunque a veces sea bastante complicado lograrlo; pero tus palabras me demuestran que no es tan difícil como pensaba. Gracias por dedicarme un comentario tan profundo. También me ha hecho reflexionar y darme cuenta de que lo que escribo llega más de lo que pienso. Y, sí, realmente el mundo necesita más almas como la de Sinéad... Gracias por apoyarme. Un beso.