LA VOZ DE LA
MAGIA
Había caído ya el anochecer y
las estrellas se reflejaban tímidamente en el pequeño lago que nació entre esos
gruesos árboles cuyos ancestrales troncos tanto me protegen. A lo lejos quedaba
el mundo; un mundo que se expresaba con una voz que yo no deseaba escuchar, que
relucía en unas luces que yo no quería ver, que se volatilizaba en unos aromas
que yo no anhelaba inspirar; pero la vida, el fluir del tiempo, la sociedad, el
deseo de pertenecer a ese mundo que tanto me asfixia y esos sueños que nunca se
han separado de mi corazón me incitaron a abandonar esta profunda oscuridad para
adentrarme, una vez más, en esa realidad que ciertamente se distancia tanto de
mi forma de interpretar la vida.
Mas
intenté caminar por sus calles, sentir el aliento de sus voces —esas voces que
susurraban tan alto que ensordecen cualquier otro suspiro que no emane de su
realidad—, no asfixiarme con su estridente fragancia a contaminación y bullicio
y atisbar la belleza en su fulgurante aspecto; pero todos mis intentos se
desvanecían cuando, tras cada paso, recordaba el aroma, el sonido, los matices
y los tactos de la naturaleza. La beldad que tiñe el bosque que rodea mi antiguo
hogar es demasiado hermosa para poder ser comparada con otro rincón del mundo.
Me acordaba del poderoso río que fluye entre las montañas que me protegen del
mundo, del canto de los pájaros nocturnos, del musitar de los animales que en
la tierra buscan su sustento, de cómo brillaban las estrellas cuando el viento
mecía delicadamente las ramas de los árboles, permitiendo que sus hojas me mostrasen
el firmamento que me cubría... Lo extrañaba, pero me había prometido tratar de adentrarme
en ese mundo que él tanto adora. Mas no
puedo, mi alma no me permite gozar de toda esta civilización que a él tanto lo
alimenta.
Así
que regresé a mi antiguo hogar (donde me apetecía estar aquella noche) sintiéndome
muchísimo más desalentada que nunca, sabiendo que el mundo que forma parte de
la tierra donde se halla mi morada no podrá pertenecer nunca al terreno de mis
sueños. La sociedad está construida de un modo ajeno a mí, de una forma
bastante denigrante para la opinión de mi alma.
Al
regresar a mi amada naturaleza, me senté entre esos dos gruesos troncos que se
asemejan a la unión de una infinidad de árboles y me dispuse a escuchar la voz
del agua que entonaba enfrente de mí. Mi reflejo no aparecía, puesto que la
luna apenas brillaba en el firmamento, pero podía atisbar las sombras que se
arremolinaban sobre aquel lago que tan cálidamente me custodiaba.
Entonces
escuché un murmullo muy tenue que se parecía al roce de dos hojas caídas en
otoño. Alcé los ojos, sintiéndome levemente sobresaltada, pues había adivinado
que aquel sonido no podía provenir de un animal. Era demasiado sutil, como si
alguien no quisiese caminar furtivamente por el bosque. Permanecí quieta y
queda, aguardando el instante en el que aquel sonido volviese a susurrar, el
cual no tardó en llegar. Mas esta vez aquel sonido se acompañó del resplandor
de una mirada, del fulgor de unos ojos. ¿Quién podía vagar tan libremente por
la naturaleza a esas horas sino era alguien que pertenecía a mi mismo mundo? Pero
entonces me di cuenta de que su piel no resplandecía tanto como la mía, de que
a sus ojos les costaba captar nítidamente lo que lo rodeaba. Enseguida me
percaté de que se trataba de un hombre; sin embargo, no era un humano. De
repente me apercibí de que entre sus cabellos tenía unas pequeñas orejitas
puntiagudas que le daban un aspecto mágico y que de la espalda le surgían dos
alas vaporosas cuyo matiz luciente se mezclaba con la oscuridad de la noche. No
tardé en saber de quién se trataba. Quería llamarlo, pero no podía. En mi
garganta se había congelado un nudo de emoción que me la presionaba, que me
hacía sentir unas infinitas ganas de reír y llorar al mismo tiempo. Era
demasiado significativo que él estuviese allí justo cuando yo había pretendido habituarme
a la fluidez de la vida de la ciudad. Era excesivamente hermoso que él me
hubiese buscado precisamente aquella noche que tan triste me parecía.
Se
sentó a mi lado sin decirme nada, únicamente limitándose a mirarme tiernamente
a los ojos. En cuanto me hundí en su mágica mirada, noté que algo se unía por
dentro de mí, como si hasta entonces mi alma hubiese permanecido
desfragmentada. Quise sonreír, pero la pena que gritaba por dentro de mí,
ahogando las bellas sensaciones que pudieren nacer en mi alma, me impidió realizar
aquel inocente gesto.
-
Rauth —susurré incapaz de creerme definitivamente que él estuviese
allí—. Rauth, eres tú... Sí, eres tú, eres tú...
-
Hola, Sinéad —me saludó cariñosamente mientras tomaba mis manos—.
Sabía que podía encontrarte aquí.
-
Has vuelto... —musité emocionada. No quería que los ojos se me
llenasen de lágrimas, pero ya no podía evitarlo—. Me alegro mucho de verte,
Rauth. Creía que tu dulce y mágico mundo nunca más volvería a mezclarse con mi
destino.
-
Te dije que volveríamos a vernos, aunque no sabía cuándo sucedería. Te
añoraba, Sinéad.
-
Has venido precisamente en un momento en el que me siento extraña...
Necesitaba que alguien tan mágico como tú viniese a mi lado y me recordase que
mi forma de pensar, de sentir y de interpretar la vida no es errada... Gracias.
No sé para qué te habrás adentrado en este peligroso mundo, pero tu sola
presencia ya me acaricia el alma.
-
Necesitaba verte —me reveló incapaz de mirarme a los ojos. Su voz me
demostró que se sentía excesivamente emocionado—. Cuando una estrella
deslumbrante fulgura en tus ojos tan sólo un segundo, anhelas que vuelva a
resplandecer. La oscuridad te parece muchísimo más impenetrable sin esa tenue
luminiscencia. Es lo que me ha ocurrido contigo. Mi mundo ya no me parecía tan
mágico sin ti. Desde que te fuiste, algo se apagó en mi vida, pero no puedo
describir el qué...
-
Pero ahora te parecerá que ya no brillo tanto ni soy tan mágica como
antes. Ya no tengo esas orejitas tan bonitas que tú tienes y tampoco poseo esas
alas que me permiten volar sabiendo que mi vuelo tiene sentido. Ahora te
pareceré tan extraña...
-
Te equivocas, Sinéad. La magia no se halla en nuestro exterior ni en
cómo seamos físicamente, sino en nuestro interior. Es nuestra alma lo que nos
hace mágicos...
Sus palabras ahondaron la
melancolía que envolvía mi corazón, la que en verdad nunca dejaba de hacerlo;
pero, aquella noche, la nostalgia era un sentimiento muchísimo más potente que
mis pensamientos o cualquier intención que brotase de mi mente. Sí, la magia
que nos define, que puede hacernos únicos y merecedores de una luz que no
provenga del cielo de nuestra Tierra, sino de un lugar que solamente nuestro
espíritu puede alcanzar, se halla únicamente en nuestra alma, de nuestra alma
nace y por nuestra alma se expande, escapándose de nuestros ojos, de nuestras
manos, palabras o hechos. En lo que hacemos, en lo que plasmamos con nuestros
sentimientos y nuestras aspiraciones, se encuentran los vestigios de la magia
que emana de nuestra alma. La magia hay que saber cultivarla como un árbol que
da sus frutos cuando el tibio aroma de la vida lo envuelve. La magia es como un
campo lleno de flores que nosotros tenemos que cuidar para que resplandezcan.
-
¿Quieres volver a nuestro mágico mundo? —me preguntó Rauth de pronto,
sobresaltándome tiernamente—. Todos están deseando verte.
-
Hoy no me siento capaz de sufrir la metamorfosis, aunque no sea
dolorosa —le contesté con añoranza—. Prefiero que permanezcamos tú y yo aquí en
este lugar que tanto aprecio. Me gustaría mostrarte los rincones más hermosos
de este bosque.
-
Conozco este bosque como si hubiese nacido de mi alma, pero estoy
seguro de que verlo junto a ti le otorgará una belleza que hasta entonces yo no
he percibido —me sonrió melancólicamente. Aquella sonrisa me trajo tantos
recuerdos que sin embargo no había vivido a su lado...
Entonces nos alzamos de donde
estábamos sentados y comenzamos a caminar entre los árboles. Me sentía tentada
de tomar su mano para evitar que las piedras y las raíces salidas de los
árboles le hiciesen tropezar, pero también me daba vergüenza hacerlo. Rauth
andaba taciturno a mi lado, como si hubiese experimentado en su alma el peso de
la melancolía que se encerraba en mi corazón.
-
A veces intento sobrevivir en un mundo que no se ha hecho para mí —le
confesé sin saber que mis palabras sonarían tan anhelantes—. No me gusta el
modo cómo está construida la sociedad y me hiere saber que tengo que luchar
contra mis deseos y sentimientos para acostumbrarme a todo lo que existe.
-
Te entiendo, Sinéad; pero no puedo evitar preguntarme por qué no
regresas junto a nosotros si tanto te cuesta sobrevivir aquí. En nuestro mundo,
no tendrás que preocuparte de si alguien no te acepta tal como eres...
-
Eso no es cierto. Para formar parte de vuestro mundo, tengo que tomar
otra forma, no puedo ser quien soy; este ser que tan extraño te parecerá.
-
Tienes que tomar otra forma porque, si no lo haces, no podrás vagar
bajo la luz del día y tampoco podrás disfrutar de todo lo que te ofrece la
naturaleza: sus frutos, el matiz de su luz, el sonido de sus diurnos cantos...
Es posible que te adentres en nuestro mundo siendo lo que eres ahora, pero
carecerás de la oportunidad de gozar de todo lo que tu alma anhele sentir.
-
Sí, es cierto...
-
Nosotros te aceptamos tal como eres porque tu alma es tan mágica como
todo nuestro mundo. Siempre hemos creído que debes formar parte de nuestra
realidad, pero también respetamos tu decisión; sin embargo, esta noche he venido
con la intención de decirte algunas cosas que desconoces de nuestra vida...
pero temo confundirte.
-
¿De qué se trata? —le pregunté deteniendo nuestro paso. Las ramas de
los árboles ya no nos ocultaban el fulgor de las estrellas. Aquellos lejanos
astros se posaban en los rojizos cabellos de Rauth—. Quiero que seas totalmente
sincero conmigo, por favor.
-
Verás, Sinéad, antes te hablé de un fulgor que resplandeció en mis
ojos, volviendo más profunda la oscuridad cuando se desvaneció. Ese fulgor eres
tú. Tú eres la luz de mi vida. Sé que mi hogar es mágico porque te conocí,
porque sentí que mi alma se fundía con la tuya, porque la destellante tibieza
de tu vida me envolvió. Desde que te marchaste, percibí que algo se había
quebrado por dentro de mí. Ese algo son los infinitos pedacitos de mi alma que
te pertenecen. No puedo vivir sin ti. Más de uno me ha dicho que jamás
volverás, que debo acostumbrarme a existir sabiendo que tus ojos jamás podrán
fundirse con mi mirada; pero es algo tan inmensamente imposible... Intentar
vivir sin ti es como arrebatarle la humedad al agua. Te preguntarás por qué mi
amor es tan fuerte e invencible si solamente nos hemos visto una vez; pero yo
te conozco desde hace muchísimos años, tantos que sería imposible contarlos.
Hasta ahora no me atreví a decírtelo sinceramente. Quisiera confesarte que te
amo, pero no es suficiente. Lo que siento por ti no es amor, ni siquiera se le
asemeja. Es un sentimiento muchísimo más fuerte, mágico y puro. Es saber que mi
vida es tuya, que mi alma y mi cuerpo existen porque tú respiras... aunque sea
de forma innecesaria... La luz de tu alma es el resplandor de todos mis días,
la oscuridad de tus cabellos son la noche de mis nocturnos instantes y tu dulce
voz es la melodía de mi pasado, de mi presente y de ese futuro que anhelo
construir junto a ti; no obstante, respeto que no aceptes mis palabras...
Tienes tu vida, y yo lo entiendo... Solamente quería venir para revelarte todo
lo que siento por ti.
-
En realidad no sé qué decirte, Rauth... Todo lo que me has confesado
es tan hermoso... —divagué desorientada y profundamente emocionada—. Me gustaría
que la magia nos rodease para siempre. Cuando estoy contigo, experimento una
sensación muy bonita y tibia, como si todos mis recuerdos cobrasen sentido,
como si mis sentimientos fuesen los más puros de la Historia... pero, créeme,
no puedo irme de aquí, no puedo aceptar esa vida tan hermosa que me ofreces...
Aquí yo tengo a mis seres queridos y sería incapaz de abandonarlos... pero
cuando estoy contigo pienso que no podré vivir sin ti...
-
Solamente he venido para confundirte... —musitó desencantado agachando
los ojos—. Perdóname.
-
No, por supuesto que no —me reí dulcemente tomando sus manos y
presionándoselas con calma y cariño—. Adoro tu compañía, tu voz, tu mirada... Cuando
estamos juntos, me haces descubrir que también te necesito para ser feliz...
Eres la materialización de la magia de mi alma.
-
Me basta con esas palabras para saber cuán hermosa es la vida.
-
No quiero que la melancolía que late en mi corazón se transmita a tus
inocentes ojos. Disfrutemos de la caricia, de los sonidos y los aromas de la
naturaleza. La noche que nos envuelve es tan bella... Tiene tantos matices...
-
Yo no puedo percibirlos tan nítidamente como tú, pues mis ojos se hicieron
para ver en el día, pero sé que todo lo que nos envuelve es puramente
hermoso...
Entonces, sin decirnos nada más,
tomados de la mano, reemprendimos nuestro camino. Yo cuidaba de que las raíces de los árboles no
se enredasen en sus curiosos ropajes y que las piedras no intentasen desvanecer
su equilibrio.
-
Sinéad, quisiera que supieses algo más —me indicó al cabo de unos
silenciosos y tiernos momentos.
-
¿De qué se trata?
-
No quiero convencerte de que abandones esta vida... pero no quiero
irme de aquí sin confesarte que en nuestro mundo existe una libertad que no palpita
para ti en otro rincón de la Tierra. Pertenecer a la especie vampírica te arrebata
muchos derechos que por naturaleza te mereces, que por ser mágica deberías
poseer...
-
¿A qué derechos te refieres?
-
No hablo únicamente de vagar bajo la luz del sol ni de disfrutar de
todo lo que la naturaleza nos ofrece, sino de cultivar en tu interior la vida
de otra alma...
-
¿Cómo? —le pregunté inquieta y tiernamente sobrecogida.
-
En nuestro mundo, poseyendo este cuerpo tan curioso, puedes ser madre.
Sí, Sinéad. Sé que algunas veces has soñado ilícitamente con poder acunar en
tus brazos a alguna criatura que haya salido de tus entrañas... pero has
cortado las alas de esos sueños por miedo a que su imposibilidad te hiera en el
alma.
-
Ser madre... —musité encogida de dulzura y añoranza—. No, yo jamás podré
ser madre...
-
Sí puedes serlo en nuestro mundo...
-
Pero... si me marcho... abandonaré a mis seres queridos.
-
No necesariamente. Puedes volver a visitarlos siempre que lo desees.
-
No, no... Soy incapaz de obrar de ese modo, de dejarlos atrás aquí, en
este mundo tan cruel... Aunque lo que me ofreces es tan mágico...
-
Es mágico y tú puedes lograr que lo sea muchísimo más. Yo seré tu
eterno compañero, la eterna luz de tu alma. En nuestro mundo no existe la sensación
del abandono, ni del hambre, ni del frío anímico, ni de la tristeza más
profunda y devastadora. Palpita la melancolía, la nostalgia, el sentimiento de
la pena más tierna; pero son emociones dulces que procuran la existencia de
obras artísticas, así como canciones, pinturas o esculturas, que acarician el
alma. Incluso puedes fundir tu imaginación con la naturaleza para que de su
suelo o de su cielo broten flores preciosas o nubes de formas y matices de
ensueño.
-
Vaya... Es tan hermoso... pero, Rauth, lo siento, no puedo irme...
-
¿Renuncias a esta infinita magia que te ofrezco por tus seres
queridos? ¿Quiénes son tus seres queridos? ¿Estás segura de que ellos harían lo
mismo por ti si estuviesen en tu misma situación?
-
No me importa si ellos no hiciesen
lo mismo que yo, pues, si escogiesen ese mágico y luminoso camino, me
sentiría feliz por ellos, pues sé que allí en ese resplandeciente e inocente
mundo serían felices y su felicidad en realidad es la cuna de mi dicha. Solamente
quiero vivir junto a ellos todo lo que la Historia me permita. Nunca sería
capaz de abandonarlos, pues los quiero con toda mi alma. Viajar a un mundo
mejor no destruirá la añoranza y la lástima que a veces experimento por el
estado en el que el mundo se halla. Irse de aquí no provocará que todo cambie,
al contrario... Le arrebato a la existencia de la Tierra la posibilidad de que
alguien luche por ella... Cada vez la humanidad se olvida de que la naturaleza es
nuestro hogar más infinito y eterno... Yo no puedo hacer lo mismo. La
naturaleza que forma tu mundo y la que crea el mío no son iguales, no
pertenecen a la misma realidad. Si la abandono... entonces el olvido se
apoderará de sus árboles, de sus flores, de sus animales, de sus aguas... de su
aliento. La naturaleza también pertenece a mis seres queridos.
Rauth enmudeció. Los ojos le
resplandecieron de ternura, emoción y conformidad. Creía que mis palabras lo
habían herido en el alma, mas de pronto me sonrió, demostrándome que había
errado en mis suposiciones. Yo también le sonreí, indicándole que aquel gesto
me había acariciado todo el espíritu...
-
Quienes te tienen en su vida tienen un tesoro... Espero y suplico con
toda mi alma que sepan apreciarte como tú los aprecias a ellos. Tu corazón
posee un precio inalcanzable. De nuevo te deseo que seas feliz, Sinéad. Cuando
menos te lo esperes, volveré a visitarte. Cuídate...
Y entonces Rauth desapareció,
como si las estrellas se lo hubiesen llevado, como si la luz de la tímida luna
que todavía se escondía tras alguna lejana montaña lo hubiese absorbido. Me
quedé sola allí, en medio de esos gruesos y frondosos árboles, pensando en todo
lo que él me había dicho. Los profundos y melancólicos instantes que habíamos
vivido parecían pertenecerle al sueño más remoto de mi vida. De pronto me
descubrí desconfiando de lo que acababa de ocurrir, incapaz de creerme que todo
lo que había acaecido hubiese sido real; mas en mi alma palpitaba una sensación
hermosa que me impedía negar todo lo que había percibido aquella noche. Aquella
sensación se mezclaba con una certeza que latía con fuerza en toda mi mente y
mi cuerpo:
Pese a la sensación de pérdida
que alguna vez podamos experimentar por culpa de los matices, olores y formas que
crean el aspecto del mundo, pese a la añoranza que en ocasiones palpita en
nuestro corazón por un mundo muchísimo mejor, pese a los anhelos de retornar a
un inocente pasado que se desprendiese de los errores del presente, hay algo
que siempre queda en nosotros, que nos hace dichosos, que nos vuelve mágicos:
el amor de nuestros seres queridos, el sabernos en el mundo, vivos, merecedores
de un destino. Pudo existir una controversia que impidiese nuestro nacimiento,
en cualquier momento puede aparecer una sombra que oscurezca eternamente el
latiente fulgor de nuestra vida... pero sin embargo seguimos aquí, vivos,
respirando el aroma de la vida, rodeados por nuestro entorno, el que a veces
puede parecernos irrevocablemente agresivo y, en otras, mágico y deslumbrante.
Estamos aquí, en el mundo, cuando pudo haber existido la posibilidad de que nuestra
vida no comenzase a deslizarse por el hado de la Historia... y estamos aquí siendo
queridos, ofreciéndoles a quienes nos aman un respeto y un cariño que nos
funden con su alma... y estamos aquí para sentir el amor, la felicidad, la
tristeza, la emoción e incluso la melancolía más punzante y desgarradora, pero también
la nostalgia más tierna, más inspiradora, más suave y cálida... y porque no
sabemos cuánto durará nuestra estancia en el mundo tenemos que aspirar la
fragancia de cada instante para guardarla en nuestra memoria, tenemos que
acariciar el tacto de nuestros momentos para sentir la vida de todo lo que
forma nuestro presente... y, sobre todo, debemos escuchar todos los sonidos que
nos pida el alma, hundirnos así en las melodías que más nos acaricien los
sentimientos para saber que nuestra alma también puede irradiar una magia que
la imaginación y la creatividad pueden volver infinitamente eterna, transcendente
en el tiempo y el espacio...
4 comentarios:
Que entrada más bonita. Tiene muchísimo significado, el seguir luchando por nosotros mismos, por los seres queridos. Mantener viva la magia, a la que todo el mundo tiene acceso, pero casi nadie sabe llegar hasta ella porque no saben cual es el camino, y solo hay que dejarse llevar, mirar en tu interior y descubrir que la magia está ahí, escondida, protegida. Rauth me parece un personaje entrañable, bueno y muy puro. Está enamorado de Sinéad, pero respeta su decisión. Lo cierto es que es muy tentador, ese mundo es tan maravilloso...ahí demuestra lo mucho que quiere a los suyos, rechazando una vida mejor. Sorprendente me ha parecido que pueda ser madre, ¿te imaginas? ¡Sería una pasada! Es algo que nunca me había planteado. Eso también es muy tentador...aunque sospecho que Rauth volverá a tentarla en sus próximas visitas. Otra duda que nos asalta es si todo esto es real, si es posible que ella se lo imagine, pero yo quiero pensar que no es así, que es real. Resaltar la preciosa canción que has elegido, ideal para acompañar a esta en soñadora entrada, es preciosa. Una vez más, sacas tu barita mágica y vuelves a hacer magia, una magia pura y blanca, que nos hace soñar. Me encanta ;)
Muchas gracias por tus palabras, Wensus, siempre me haces sentir que merece la pena escribir soñando de este modo. Evidentemente, esto plantea la duda de si es real. Sí, sí lo es, pero es una realidad que Sinéad se calla, lleva por dentro en secreto. Nadie la creería si lo contase, o al menos es lo que ella cree; pero también es verdad que Rauth recuerda a otro personaje que tú conoces muy bien. Realmente me apetece explicarte de qué deriva todo esto, pero no puedo hacerlo porque tal vez te haría un pequeño spoiler de La dama de la noche. Bueno, estas ensoñaciones son reales, mágicas... y Sinéad tiene la oportunidad de dejar atrás la vida que tiene ahora para sumergirse en un mundo mucho más mágico y justo para ella, pero no quiere hacerlo porque no quiere abandonar a quien tanto quiere... pero quién sabe lo que sucederá más adelante. Sí, a veces me he imaginado a Sinéad siendo madre, pero, claro, como se dice en esta entrada, como es imposible, es una idea que enseguida se marcha de la mente... pero ahí está. Sinéad tiene la posibilidad de serlo... Quedan muchas cosas por ocurrir ☺.
¡Qué relato más hermoso! El video con esa música nos mete dulce y suavemente en la mágica historia.
Rauth ha tentado de nuevo a Sinéad. Me ha sorprendido cómo le habla. Parece acariciarla con sus palabras y el hecho de que le ofrezca ser madre, su eterna compañera, y que Sinéad tenga tan claro que no puede dejar a sus seres queridos y al mundo por una vida mejor para ella. Demuestra no ser nada egoísta. Realmente necesitamos a personas como Sinéad en el mundo, que luchen por lo que creen y que con tan sólo su presencia iluminen este mundo.
Me han impactado las palabras Rauth cuando le habla de amor a Sinéad. Es un concepto de amor muy profundo y grande, muy lejos de la idea de amor de los mortales. Pones en su boca imágenes realmente hermosas, en las que los recursos estilísticos están ahí con una naturalidad exquisita y sorprendente. Esas palabras ponen el vello de punta.
Las palabras finales de Rauth son también de una gran sinceridad y hermosura. Se da cuenta del tesoro que es Sinéad para los que la rodean y le inquieta que esas personas no correspondan esa relación de fidelidad y profundo amor con la misma intensidad. Teme que la lastimen.
El último párrafo es como una reflexión que recoge la inyección de vida que transmite esta entrada, pese a su tono melancólico. Concluyes con maestría con un mensaje muy positivo, en el que vienes a decirnos que pese a sus tristezas y cosas malas y buenas, realmente la vida merece la pena ser vivida y sobre todo escuchar a nuestra alma, para poder realizarnos con las cosas que hacen brillar nuestra magia interior, cosas tan especiales como la imaginación, la creatividad, el formar parte de la naturaleza o el amor por nuestros seres queridos. Haces pensar con tus relatos sobre el sentido de la vida y lo que realmente importa en ella.¡Bellísima entrada!
Siempre he pensado que verdaderamente mis entradas tienen sentido si vosotros las leéis, si me decís estas palabras tan bonitas y si sé que os han llegado al alma. Mi intención es teñir la vida de matices hermosos cuando todo parece difícil, intentar que el mundo que nos rodea sea un poco más hermoso, aunque a veces sea bastante complicado lograrlo; pero tus palabras me demuestran que no es tan difícil como pensaba. Gracias por dedicarme un comentario tan profundo. También me ha hecho reflexionar y darme cuenta de que lo que escribo llega más de lo que pienso. Y, sí, realmente el mundo necesita más almas como la de Sinéad... Gracias por apoyarme. Un beso.
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